de Santa María de la Vega, Nuestra Señora de la Cabeza
Desde hace una semana estamos viviendo el tiempo litúrgico de Adviento:
tiempo de apertura al futuro de Dios, tiempo de preparación para la Navidad,
cuando él, el Señor, que es la novedad absoluta, vino a habitar en medio de
esta humanidad decaída para renovarla desde dentro. En la liturgia de Adviento
resuena un mensaje lleno de esperanza, que invita a levantar la mirada al
horizonte último, pero, al mismo tiempo, a reconocer en el presente los signos
del Dios con nosotros. Primicia de esta nueva humanidad es Jesús, hijo de Dios
e hijo de María. Ella, la Virgen Madre, es el "camino" que Dios mismo
se preparó para venir al mundo.
A su intercesión materna encomendamos las esperanza de paz y de salvación de los hombres de nuestro tiempo.
A su intercesión materna encomendamos las esperanza de paz y de salvación de los hombres de nuestro tiempo.