de Santa María de la Vega, Nuestra Señora de la Cabeza
El adviento
es tiempo de preparación, un momento fuerte de ajuste en nuestras vidas.
Esforcémonos, pues, por ser almas sencillas, almas humildes que sean la alegría
y la recreación de Dios. Cristo niño volverá a nacer en medio de la más profunda
humildad como lo hiciera hace más de dos mil años. Un par de peregrinos tocarán
a la puerta de nuestro corazón pidiendo un lugar para que el Hijo de Dios pueda
nacer. ¿Cómo podremos negarle nuestro corazón a Dios, que nos pide un corazón
humilde y sencillo en el cual pueda nacer?