de Santa María de la Vega, Nuestra Señora de la
Cabeza
Querido hermano:
En este tercer domingo
de Cuaresma se nos muestra la necesidad de comenzar en seguida el cambio
interior y exterior de la vida para no perder las ocasiones que la misericordia
de Dios nos da para superar nuestra pereza espiritual y corresponder al amor de
Dios con nuestro amor filial.
También san Pablo nos
exhorta a no hacernos ilusiones ya que no basta con haber sido bautizados y
comer en la misma mesa eucarística, si no vivimos como cristianos y no estamos
atentos a los signos del Señor.
No esperéis que otros
vengan a transmitiros otros mensajes, que no llevan a la vida, más bien sed
vosotros mismos misioneros de Cristo para los hermanos, donde viven, trabajan,
estudian o simplemente pasan el tiempo libre. Poned en marcha también aquí en
nuestra hermandad una pastoral vocacional capilar y orgánica, hecha de
educación de las familias y de los jóvenes a la oración y a vivir la vida como
un don que proviene de Dios.
Queridos amigos, recemos
a Santa María de la Vega, que nos acompaña en el itinerario cuaresmal, a fin de
que ayude a cada cristiano a volver al Señor de todo corazón. Que sostenga
nuestra decisión firme de renunciar al mal y de aceptar con fe la voluntad de
Dios en nuestra vida diaria.